Han pasado 20 años, y, aunque ya hace 15 años que se jubiló y yo cambié de empresa, todavía tengo muy vivas todas las experiencias y aprendizajes de entonces, y puedo decir que no pude encontrar mejor base profesional.
El jefe resultó ser un hombre excelente, muy buen profesional, muy buen maestro, y una persona de calidad humana infinita. Y, además, coincidencias de la vida, le encantaba caminar. A mí también.
Allá voy... |
Íbamos en tren, y él bajaba una estación antes de la que correspondía para llegar al trabajo, para pasear entre montes y caseríos, hubiera sol o lluvia. Así que me sumé a la caminata, y durante cinco años aprendí muchas cosas sobre la traducción (y otras cosas, como identificar árboles cuando no tienen hojas, o buscar truchas, o esperar al martín pescador en el puente colgante, mientras echábamos un pitillo), y sobre todo aprendí que siempre estamos aprendiendo.
Hola Ana,
ResponderEliminarMe encanta tu artículo y la visión que le das al aprendizaje. Es completamente acertada.
Además creo que nos marcan mucho las personas de las que hemos aprendido para crecer, tanto a nivel personal como profesional. Hemos tenido la suerte de compartir con ellas momentos muy enriquecedores en nuestra vida.
Agur!
Un saludo,
Beate
Me alegra tu comentario Beate, gracias. La verdad es que estoy un poco perdida en el ámbito de la 2.0, y resulta reconfortante ver que funciona para lo que deseábamos. Un abrazo
ResponderEliminarHola Ana,
ResponderEliminar¡Felicidades por tu nuevo blog!
Tu artículo me ha emocionado y es un ejemplo de gratitud a las personas que nos han hecho crecer, y no solo profesionalmente.
Adelante y un saludo,
Sílvia